Hemos viajado nuevamente a Egipto, con la ilusión de nuestra primera vez, porque el patrimonio histórico que alberga es tan inmenso que nunca te va a dejar de sorprender. Y así pasó con Abu Simbel, a pesar del madrugón, el largo viaje y las hordas de turistas, cuando te encuentras delante de la icónica fachada del Templo de Ramsés II, enmudeces y sobran las palabras, por un momento, te evades de todo lo que te rodea y te sientes trasladado al Antiguo Egipto, protagonista de alguno de los relieves grabados en su interior.
Asuán, la antigua Sunt de la época faraónica hasta que los coptos la denominaron Souan que significa "comercio" de donde derivó a su actual nombre. Situada a los pies del Nilo, fue durante siglos un importante centro comercial, encrucijada de rutas comerciales entre África, Egipto y la India, y donde las caravanas de elefantes que venían del sur hacían parada en la rica ciudad. A sus lomos, traían perfumes, pieles, colmillos de marfil y oro para los faraones del Antiguo Egipto y posteriormente, para los harenes de El Cairo. También fue un importante destacamento militar, base para las expediciones a Nubia y Sudán.