VISITA A ARCACHON Y LA DUNA DE PILAT
A la mañana siguiente y después de tener que soportar retenciones de tráfico, al coincidir con la operación salida, llegamos al puerto de la villa de
Arcachon, eso sí con el tiempo justo para tomar la salida de la
excursión en barco "Tour de l'Îlle aux Oiseaux" tour de la isla de los Pájaros,
www.bateliers-arcachon.com. La excursión, catorce euros por persona, nos iba a llevar durante una hora y cuarenta y cinco minutos por la bahía de Arcachon, pasando por la isla de los Pájaros con sus conocidas cabañas tchanquées, los pueblos ostrícolas con sus mansiones a pie de playa y el cabo Ferret.
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Jose, Ali y yo en el barco |
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Ali con el guía- conductor |
El guía - conductor del barco nos fue explicando lo que íbamos viendo. El primer punto de interés fue la isla de los Pájaros, aunque tuvimos que conformarnos con verla a distancia, por motivos de seguridad, debido a la marea baja el barco no podía acercarse más. La isla es conocida por ser la zona de cultivo y recolección de la ostra, mediante un curioso sistema de postes de madera, delimitan las zonas de cultivo y las recogen con un sistema llamado recolector al que se adhieren y de esta forma las extraen de las aguas marinas.
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Postes de madera que delimitan las zonas de cultivo ostrícolas |
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Sistema de recolección de las ostras |
Pasamos lo más cerca que se pudo aproximar el barco a las cabañas tchanquées, siluetas emblemáticas de la bahía de Arcachon y donde los ostricultores guardan los utensilios que necesitan para su trabajo. Era curioso ver como embarcaciones quedaban varadas a la espera de que subiese nuevamente la marea.
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Cabanes tchanquées |
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Las cabañas tchanquées típicas de Arcachon |
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Embarcación varada a la espera de la subida de la marea |
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A la izquierda la casa de Le Corbusier y la dcha J. Costeau |
Continuamos la travesía en barco, pasando por las villas ostrícolas como
Piquey o
Le Canon, todas ellas caracterizadas por sus mansiones o casas a pie de playa, incluso alguna de ellas con acceso directo a la misma. Así, pudimos ver las mansiones de la familia del científico marino Jacques Costeau y del diseñador Le Corbusier, entre otros. También junto a ellas, podíamos ver las cabañas de madera utilizadas por los ostricultores para guardar los utensilios en la recolección de las ostras y que forman parte del paisaje de las villas ostrícolas.
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Cabañas de madera utilizadas por los ostricultores |
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Casas con acceso directo a la playa |
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Las pinages |
Junto a las embarcaciones de recreo, estaban también las
pinages, pintorescas embarcaciones de madera típicas de la zona. En nuestro paseo en barco, pasamos al lado de un palacete, mandado construir por un emigrante que hizo fortuna y que llamaba la atención por su ostentación.
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Jose en cubierta |
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Palacete en primera línea de playa |
En la travesía que ya estaba llegando a su fin, nos fuimos acercando hasta el Cabo Ferret en el que destaca su característico faro de colores blanco y rojo. En ese momento nos encontrábamos ya navegando por aguas del Océano Atlántico y de hecho, se empezaba a apreciar el oleaje del mar que hacía mover ligeramente nuestro barco. Pasamos también muy cerca de la impresionante duna de Pilat, que visitaríamos más tarde. Después de casi dos horas, que se nos hicieron cortas, llegamos a puerto y al final de trayecto.
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Faro del Cabo Ferret |
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La duna de Pilat y el Océano Atlántico |
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Barcos de vela en aguas del Océano Atlántico |
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Silueta de Arcachon llegando a puerto |

Después de desembarcar nos fuimos a visitar
Arcachon. La historia de la villa tiene sus comienzos en el siglo XIX cuando la población se reducía a cabañas de pescadores y resineros. Fue en 1841 con la construcción de la línea de tren Burdeos - La Teste de Buch cuando la zona tomó impulso unido a su privilegiado clima, muy apreciada por las clases pudientes francesas. En 1857, por decreto de Napoleón III, se convirtió en Ayuntamiento. Los hermanos Péreire crearon la conocida Ville d´Hiver. A partir de 1862 se desarrolló un plan urbanístico, desarrollando las principales calles, avenidas, así como construyéndose espectaculares mansiones.
Empezamos la visita a la villa en el
Casino, que nos recordó un castillo por su fachada.
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El Casino |
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En la antigua rue du Casino |
Después de dar una vuelta por las calles del centro y de hacer una parada para comer, nos dirigimos por la rue du Maréchal de Lattre de Tassigny, antigua rue du Casino, calle peatonal, con numerosas tiendas y restaurantes, camino del
Ascensor público . Antiguamente, de 1913 a 1948, ocupaba su espacio un funicular que permitía el acceso al Casino Mauresque, del mismo ya no queda ningún resto al haber sido destruído por un incendio. En 1949 fue sustituído por el actual ascensor, por motivos de seguridad, al quedar anticuado el antiguo funicular.
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En el ascensor público |
Al salir del ascensor, hay una barandilla desde la cual se tienen unas vistas espectaculares de Arcachon, de sus mansiones, al fondo también se puede ver el Gran Hotel, donde estuvo hospedada en tres ocasiones la Emperatriz Sissi y la silueta de la bahía.
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Vistas de la rue du Maréchal de Lattre de Tassigny |
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Al fondo la bahía y el Gran Hotel |
También saliendo del ascensor, se encuentra el
Parque Mauresque, muy cuidado, aprovechando el buen tiempo que nos estaba acompañando durante todo el día dimos un agradable paseo por sus jardines.
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Ali y yo en el parque Mauresque |
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Parque Mauresque |
Bajamos nuevamente por el ascensor público y nos dirigimos hacia las calles del centro, para buscar un restaurante donde degustar las ostras, típicas de la bahía de Arcachon. No nos podíamos ir de la villa sin probarlas.
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Escaparate de una tienda de chocolate |
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Ostras típicas de Arcachon |
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Dando buena cuenta de las ostras |
Finalizamos la visita a Arcachon visitando sus
mansiones, algunas de estilo colonial, otras de estilo gótico y con una característica en común en todas ellas, el entramado de madera. Y con nombres muy curiosos, Sunny Dream, Florecita, Marie Jeanne ..., que nos trasladaban a tiempos pasados de esta villa.
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Jose junto la mansión Sunny Dream |
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Mansión con entramado de madera |
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Mansión Marie Jeanne |
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Mansión La Florecita |
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En la escalera de acceso a la duna |
Nuestra siguiente parada fue la
Duna de Pilat, es una formación de arena natural situada en la bahía de Arcachon. Es la duna más alta de Europa, ciento siete metros de altura, se encuentra en continua evolución y desplazamiento. En la actualidad, es una zona protegida por el estado francés al ser considerado un ecosistema de gran valor. Después de dejar el coche en el parking nos dirigimos a la duna. En la entrada un panel informa que es gratuíto, pero sólo los treinta primeros minutos. En tiempo real, es imposible que puedas llegar hasta la duna, subir, contemplar y disfrutar de las vistas y regresar al coche, por lo que al final te cobran, independientemente del tiempo que estés, cuatro euros. A la duna se accede hoy en día a través de una escalera, hace años esta escalera no estaba, por lo que no quedaba otra que subir por la arena, con el esfuerzo que ello conllevaba. A pesar de ello, vimos a varias personas subiendo por la duna.
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Subiendo por la duna |
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En la Duna, con vistas a los bosques de las Landas |
Al subir a lo alto de la duna, se tienen unas maravillosas vistas de la bahía de Arcachon, del Oceáno Atlántico, del Cabo Ferret y de los bosques de las Landas, un conjunto que hace de la visita un espectáculo en sí mismo. Nos pasamos un buen rato, disfrutando de la Duna, incluso Jose se atrevió a aventurarse a bajar hasta el nivel del mar, a pesar de que luego tendría nuevamente que subir, con el consiguiente esfuerzo físico. Así, finalizamos el día en un paraje de gran belleza y del que costaba alejarse. Cuando nos íbamos, veiámos grupos de gente que se acercaba hasta allí provistos de comida y bebida, para contemplar el atardecer desde la duna. Y colorín, colorado este relato se ha terminado por hoy.
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Jose, Ali y yo en la Duna de Pilat |
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Cómo disfruté de la visita !! |
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Vistas del Océano Atlántico |
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Ali con vistas a la bahía de Arcachon |
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Jose subiendo después de su excursión hasta la orilla |
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Espectaculares vistas de la Duna |
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Ali en el acceso a la Duna |
Qué lugar tan increíble y nunca había oído hablar de él. Por cierto, como buena gallega (y aunque a mi no me gusten, jeje), tengo que recomendarte Vigo para comerte una buenas ostras XD
ResponderEliminar¡Qué bonitas las vistas desde la duna! Y que valiente tu compañero al bajar para después subir de nuevo...
ResponderEliminarMe ha encantado este día.
Un saludo
Jo, pues cuando subió de la duna debía estar reventado porque no veas como cansa, jejejeje.
ResponderEliminarMenudo plato de ostras que os comisteis, la visita en barco también debió ser chula y menudas mansiones que tienen, ya me gustaría pillar una para mí, jejejeje. ;-)
Que chulo, es una zona que no conocía pero parece bastante interesante... sobretodo las ostras, jejeje
ResponderEliminarHola !!
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios.
Artabria, tomo buena nota de las ostras de Vigo, en cualquier momento me escapo hasta allí.
Helena, las vistas desde la duna son espectaculares. Sí que se lo curró Jose, para subir de nuevo hasta la duna.
Babyboom, las mansiones eran una pasada...me voy a poner a ahorrar a ver si pillo una,jeje
Carfot, la zona merece la pena y además tuvimos un tiempo inmejorable.
Saludos.
DIOSSS!!! que pasada de duna!!! tengo que ir, tengo que ir, tengo que ir... Y por cierto, las ostras que tal? se me ha hecho la boca agua al verlas mmmm... jejeje
ResponderEliminarHola tocayo,
ResponderEliminarSí que estaba chula la duna de Pilat, sí que tienes que ir !!jeje
Las ostras estaban buenas, con un poquito de limón...
Un abrazo.