Sierra de Gata, una comarca
bella, pero a la vez desconocida y menos promocionada turísticamente que
comarcas vecinas como las Hurdes, la Vera o el Parque Nacional de Monfragüe y ello, a pesar de contar con
recursos suficientes para atraer a cualquier viajero. Atrás queda su aislamiento
de antaño que ha permitido que llegue hasta nuestros días una forma de vida
propia, su arquitectura tradicional, su lengua vernácula “a fala”, que hoy día
se sigue hablando por los sierragatinos, en sus diferentes variantes, según el
habla de cada pueblo, el mañegu, el lagarteiru o el valverdeiru, y donde sus
habitantes aún reciben con los brazos abiertos al visitante que llega, poco
acostumbrados al turismo.