Qué visitar en Viena

19 mayo 2014



viena   Un paseo por la calle Reitschulgasse en el centro histórico de Viena, nos traslada a épocas pasadas, su pavimento adoquinado por el que transitan carruajes tirados por caballos que hoy pasean a turistas y en el que resuenan incesantemente los cascos de sus caballos, sus tiendas que conservan los letreros y el ambiente decimonónico. Todo ello hace que, por momentos, puedas revivir la Viena de finales del XIX, momento en el que vivió su apogeo durante el imperio austrohúngaro, convirtiéndose en residencia de reyes y emperadores, que dejaron su huella en palacios, catedrales e iglesias que hoy podemos visitar. Y si hablamos de Viena, hablamos de sus cafés, lugar de encuentro de los intelectuales austriacos, de personalidades de la música y política y que han sido incluidos como práctica social en la lista nacional de Patrimonio Cultural intangible de la UNESCO.



   Iniciamos la visita en el Stadtpark,el parque más bonito de Viena y el pulmón de la ciudad. Salpicado de pequeños puentes que cruzan canales, monumentos y esculturas, la más conocida y fotografiada la del violinista Johan Strauss, realizada en bronce dorado en 1921 y que se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad. Porque Viena está ligada ineludiblemente a la cultura y a la música, y ha sido residencia de compositores de música,no sólo de Strauss, si no también de Mozart, Haydn, Beethoven o Shubert...y de otras personalidades como Freud o Kaplan. Todos ellos han contribuido a crear una atmósfera en la ciudad que impregna a todo el que la visita.

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Escultura de Johan Strauss




     Paseamos por los cuidados jardines de Stadtpark de estilo inglés, mientras los vieneses disfrutaban de su tiempo libre echados en el césped en busca de los rayos de sol, con la silueta de fondo de la fachada del edificio Kursalon, construido en estilo renacentista y donde se celebran conciertos y bailes desde el año 1868.

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Stadtpark con la silueta de Kursalon al fondo




   Continuamos la ruta hasta la Karlplatz, una de las plazas más hermosas de Viena, presidida por la Iglesia de Karlskirche, dedicada a San Carlos Borromeo, al ser liberada la ciudad de la epidemia de la peste, que asoló Viena en el siglo XVIII. Nos sentamos en uno de los bancos de la plaza para contemplar la fachada exterior, crisol de diferentes estilos arquitectónicos, con sus dos llamativas columnas que nos recuerdan a los minaretes de una mezquita.

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La Iglesia  de Karlskirche en la Karlplatz

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Cúpula y las dos columnas de la Iglesia Karlskirche





   Seguimos el camino hasta el Naschmarkt, un colorido y animado mercado, con numerosos puestos de comida, bebida o flores entre otros productos y en el que poder degustar la gastronomía local o algún vino de la tierra... frecuentado por locales y turistas y donde se puede hacer un alto en el camino, a pesar de que Viena es una de las ciudades más caras del mundo, no apta para todos los bolsillos. Los orígenes del bullicioso mercado se remontan al siglo XVI.

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Naschmarkt

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En Naschmarkt





   A pocos metros del Naschmarkt, se encuentra uno de las construcciones más curiosas de Viena, el edificio modernista de la Secesión, con la llamativa cúpula dorada de laurel, obra de Joseph Olbrich a finales del siglo XIX. Su interior puede ser visitado, pero para ello hay que pagar entrada y visitar las exposiciones que acoge.

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El edificio de la Secesión

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La cúpula dorada del edificio de la Secesión




    A la mañana siguiente nos acercamos al Palacio Schönbrunn,el Palacio más conocido y visitado de Viena. Antigua residencia de verano de la familia imperial de los Hasburgo. Construido en estilo barroco en el siglo XVII.
Para llegar al Palacio desde el centro de Viena en transporte público tomamos la línea de metro número 4, que te deja a sólo 5 minutos de la entrada principal, a la que se accede fácilmente.

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Palacio Schonbrunn


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Calesas por el patio del Palacio de Schonbrunn





    Tras la entrada se abre un patio, al que da la parte trasera del palacio. Sales del patio a la izquierda y llegas a los jardines del palacio y ahora sí, tienes delante de tí el edificio principal del palacio. Observamos su imponente fachada de color amarillo, uno de los símbolos de la dinastía de los Hasburgo. El conjunto del Palacio y sus jardines son Patrimonio de la Humanidad desde el año 1996.

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El color amarillo símbolo de la dinastía de los Hasburgo

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La fuente de Neptuno




   Visitamos sus amplios jardines, que se encontraban desnudos y a la espera de ser plantados, perdiendo gran parte de su encanto y sobre todo de su colorido. Seguimos el paseo y al fondo de los jardines, hay un camino que asciende por ambos lados hasta la colina que se encuentra enfrente del Palacio y donde se halla la fuente de Neptuno, realizada en mármol y donde se tienen unas excelentes vistas del Palacio barroco. Puedes continuar la ascensión hasta lo más alto de la colina donde se alza desde 1775 la Glorieta, símbolo del poder de los Hasburgo y en la que se ubica actualmente en su parte trasera un animado café.

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Vistas del Palacio Schonbrunn y de la ciudad de Viena

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La Glorieta



 
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El Palacio Belverede
    Regresamos al centro histórico de Viena para contemplar otro de los Palacios más bellos de la ciudad, el Palacio Belverede, estructurado en dos níveles en los que se sitúan  sus dos palacios el superior y el inferior, separados ambos por jardines de estilo francés y un estanque, si el día está despejado verás el bello efecto de cómo se refleja la silueta del palacio superior en el agua.
El palacio de estilo barroco fue construido por orden de Eugenio de Saboya en el siglo XVIII.

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El Palacio Belverede con la silueta reflejada en el agua

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El Palacio Belverede de estilo barroco






   Seguimos el camino hasta la Plaza Schwarzenberg, presidida por un bella fuente, que conmemora el primer acueducto que traía agua a Viena procedente de los Alpes, un templete porticado y el conocido como el monumento a los soldados rusos, un soldado blande una bandera arengando a las tropas rusas para combatir al enemigo alemán durante la II Guerra Mundial, completan el conjunto monumental de la amplia plaza.

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La Plaza Schwarzenberg





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El Hotel Imperial
   Caminamos por la Ringstrasse, una calle que no hay que perderse en Viena, data de finales del siglo XIX y es una avenida circular que rodea el centro de Viena y que alberga los principales edificios históricos de la ciudad. Hicimos un pequeño alto en el camino en el lujoso hotel Imperial, con sus salones de mármol y lámparas de araña colgando de sus techos.
Así llegamos a la Ópera el edificio más emblemático de Viena, de estilo neorrenacentista, fue inaugurado el 25 de mayo de 1869 con la ópera de Mozart don Giovanni. Por la noche, nuevamente nos acercaríamos a la Ópera con la esperanza de conseguir entradas de última hora para asistir a la obra la Bohème.

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Fachada de la Ópera de Viena

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La Ópera símbolo de Viena





    Nos adentramos en el corazón del centro histórico de Viena, la parte más antigua y bonita de la ciudad, su pavimento adoquinado en el que resuenan incesantemente los cascos de los caballos que tiran de calesas en las que hoy día pasean turistas, pespunteada por bellos edificios y tiendas que conservan el ambiente de épocas pasadas. 

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En el centro histórico de Viena

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Las calles del centro histórico aún conservan el ambiente de épocas pasadas




   La Michaelerplatz, una de las plazas más bonitas de Viena, varias son las construcciones que destacan en la hermosa plaza, la más conocida es la puerta de entrada al Palacio Hofburg y sobre todo su deslumbrante cúpula. La Michaelekirche, la que fue durante mucho tiempo la iglesia de los emperadores y cuyos origenes se remontan a 1221. Y en el centro de la Michaelerplatz se encuentra una excavación con restos arqueológicos, visibles desde la misma plaza.

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Michaelerplatz

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La cúpula del Palacio Hofburg





   El Palacio Hofburg, el que fuese la residencia de invierno de la familia real de los Hasburgo durante más de seis siglos. Construido a finales del siglo XIII por el emperador Rodolfo I, fue ampliado y reformado durante siglos, dando lugar a una mezcla de difentes estilos arquitectónicos.

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En la Plaza Michaelerplatz también destaca la Michaelekirche




    Atravesamos la Puerta de San Miguel para acceder al Palacio, el patio rectangular presidido por la estatua de bronce de Francisco José I y rodeado de edificios barrocos y renacentistas. Nos gustó especialmente la Puerta de los Suizos que rompe con la estética de la plaza y que da acceso al Patio de los Suizos donde antaño se encontraba la guardia suiza y de ahí su nombre.

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En el interior del Palacio Hofburg

La Puerta de los Suizos






   Continuamos la visita por el Palacio hasta la Josefplatz jalonada de edificios del siglo XVIII y donde destaca el impresionante edificio de la Biblioteca Nacional, sus jardines formaban una bonita estampa, llenos de vieneses que aprovechaban el soleado día para descansar en el césped, mientras tomaban el sol, desde ellos se tiene una vista fabulosa de la monumental fachada decorada por varios grupos escultóricos. Enfrente de la misma se yergue la estatua ecuestre de José II.

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La Josefplatz con el edificio de la Bibioteca Nacional




     
   Continuamos el agradable paseo entre los jardines Volksgarten hasta uno de los edificios más impresionantes de la ciudad y orgullo de los vieneses, el Rathaus, el Nuevo Ayuntamiento. De estilo neogótico, fue construido entre 1872 y 1883, siguiendo el modelo del Ayuntamiento de la Grand Place de Bruselas. Observamos con tranquilidad su majestuosa fachada de cinco torres, la torre central mide más de 100 metros y está rematada por la curiosa estatua de Rathausmann, un caballero con armadura y que blande un estandarte.

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El Rathaus

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El Nuevo Ayuntamiento




   
    Regresamos sobre nuestros pasos, paseando por las calles principales del centro histórico de Viena, declaradas Patrimonio de la Humanidad en el año 2001, que se hallaban muy concurridas, para visitar uno de los iconos de la ciudad, la Catedral de San Esteban situada en el corazón de Viena. 

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Caminando por el centro histórico con el Palacio Hofburg

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La columna de la Peste en el centro de Viena





    La Catedral de San Esteban,levantada sobre una antigua iglesia románica del siglo XII, de la que sólo se conserva la fachada principal con sus dos torreones. De estilo gótico, fruto de las diferentes ampliaciones a lo largo de los siglos. En su exterior destaca  el tejado a dos aguas con sus tejas vidriadas policromadas, dibujando el escudo de los Hasburgo y en sus impresionantes torres, la más alta de 137 metros de altura está coronada por el águila imperial, símbolo de casa de los Hasburgo.

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Fachada de la Catedral de San Esteban

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Tejado a dos aguas con sus tejas vidriadas policromadas





    Accedimos al interior del templo, algo lúgubre,  formado por 3 naves, en el que nos llamó la atención el curioso púlpito, conocido como el púlpito de las ranas, donde ranas y salamandras, símbolos del mal  ascienden por la barandilla y son espantadas en lo más alto por un perro, guardián de Dios.

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El curioso púlpito de la Catedral de Viena




    A la luz de la luna y con el encanto que tiene Viena de noche, nos acercamos hasta la Ópera, con la esperanza de conseguir alguna entrada de última hora para ver la representación de la Bohème, pero estaban agotadas , aún así pudimos echar una mirada a su lujoso vestíbulo y observar el inicio de su escalinata.

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El inicio de la escalinata en la Ópera de Viena

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Vestíbulo de la Ópera




    A la salida de la Ópera nos sorprendió escuchar con mucha nitidez  el sonido de la ópera que se desarrollaba en el interior del edificio, el misterio era  una pantalla gigante habilitada al efecto y que retransmitía en directo la obra de la Bohème de Giacomo Puccini. Una fantástica idea para el público que como nosotros, se quedó sin poder asistir.

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Pantalla habilitada en el exterior para seguir la ópera en directo

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Vieneses y turistas siguiendo la ópera de la Boheme




    Enfrente de la Ópera se halla el lujoso Hotel Sacher, de 1866 y que da nombre a una famosa tarta de chocolate vienesa creada por el padre del fundador del hotel.  Accedimos a su recargado interior, que nos recordó más a un museo y en el que destaca una sala en la que se exponen, colgadas de sus paredes, las fotos de huéspedes famosos, algunos  de ellos españoles como el rey Alfonso XIII.

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Fotos de personajes históricos entre ellos Alfonso XIII

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El Hotel Sacher




    Callejeamos casi en soledad por el centro histórico de Viena, descubriendo rincones con encanto iluminados con una luz tenue,  como la Plaza Franziskanerplatz con la iglesia de San Jerónimo con su portada renacentista, aunque su interior es barroco.

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Franziskanerplatz con la Iglesia de San Jerónimo




    Seguimos el camino hasta la Catedral de San Esteban y la plaza Michaeler para contemplar en todo su esplendor la cúpula del Palacio Hofburg y su monumental puerta de entrada, sin el bullicio que se forma de día.

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El Palacio Hofburg de noche

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La cúpula del Palacio Hofburg en Viena




   
    En nuestro último día en la ciudad, nos acercamos hasta el Prater, el parque de atracciones de los vieneses y una de las paradas obligatorias en Viena. El parque fue abierto al público en 1776 por el emperador José II, aunque más como una zona de descanso y de recreo. Anteriormente había sido un coto de caza para la familia real. Con los años se transformó en un lugar de entretenimiento para los vieneses.
En 1895 se inauguró el Parque de Atracciones, reproduciéndose la ciudad de Venecia en Viena, con canales por los que navegaban góndolas. El 3 de julio de 1897 se abre al público la Noria Gigante, convirtiéndose desde entonces en uno de los símbolos de Viena.

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La Noria gigante en el Prater de Viena

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Ali en el Prater




      
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Fachada del Hundertwasserhaus
  Finalizamos la visita a Viena en el Hundertwasserhaus, un curioso complejo residencial, algo alejado del centro, construído en los años 80 por el pintor Friedensreich Hundertwasserhaus. Llama la atención por las formas y colores de los edificios que lo componen, aunque en la actualidad están algo descuidadas lo que les resta encanto, necesitados de una buena mano de pintura y algo de limpieza. La estética del edificio nos recordó a algunas de las obras del genial artista catalán Gaudí.

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La entrada al Hundertwasserhaus

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Ali entre las columnas del Hundertwasserhaus

19 comentarios:

  1. Que bonito es Viena, parece un escenario de película, es casi irreal.
    Tengo que volver... uf necesito dos vidas jajajaja
    Un saludo
    Carmen

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    1. Gracias, Carmen.

      Vas a tener que regresar a Viena, jejeje

      Un saludo

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  2. Que precioso Viena!
    Y que fotos mas bonitas haces siempre...gracias por compartirlas.
    Un besin para los dos!

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  3. Aun no he estado en Viena, a ver si le voy poniendo remedio, tiene muy buena pinta. Un saludo!

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    1. Gracias, Caliope.

      Seguro que Viena te va a gustar. Se puede combinar con Bratislava que queda muy cerca.

      Un saludo.

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  4. Precisamente tenemos una entrada preparada sobre Viena que publicaremos más adelante! Es una ciudad genial, preciosa y monumental, estupendo el post!! Nos vemos por el blog!

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  5. Fue una ciudad que me encantó. Quizás porque me esperaba menos de lo que realmente me encontré. Además, el poder ir a cualquier parte de la ciudad en bici fue algo que me encantó.

    Un saludo

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    1. Gracias, Alberto.

      Viena es una ciudad que hay que visitar una vez en la vida.

      Un saludo.

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  6. No hemos estado en esta hermosa ciudad que es Viena. Vuestras magníficas fotos dan testimonio de lo bella que es. Gracias por mostrarlo.
    Saludos.

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    1. Gracias, cincuentones por vuestras palabras.

      Viena es una ciudad que hay que conocer.

      Saludos.

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  7. En julio me voy unos días a Viena, así que esta guía me viene de perlas! =D Gracias por compartirla. Un saludo!

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    1. Gracias por el comentario.

      Me alegra que el post os sirva para preparar vuestro viaje a Viena.

      Un saludo.

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  8. genial entrada
    tomamos nota!!
    saludos

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  9. muy hermosa publicación de una muy bella ciudad

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    1. Gracias Ricky por tus palabras y bienvenido a El mundo a tus pies !!

      Un saludo

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  10. Preciosa Viena, acabo de volver de allí, un post genial!!!

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