La ruta de las mil kasbahs

20 diciembre 2018

erg chebbiOuarzazate nos abre las puertas a la ruta de las mil kasbahs, una ruta que seguían las antiguas caravanas que atravesaban el desierto , salpicada de alcazabas o kasbahs, ruta que nosotros seguiremos camino del desierto. Para ello caminaremos entre oasis que se abren paso en la hamada, el desierto pedregoso, recorreremos carreteras serpenteantes entre bellos valles o atravesaremos cañones de paredes que se elevan vertiginosamente al cielo, para llegar a ese inmenso mar de dunas que se pierde en el horizonte de un cielo azul intenso que nos ha acompañado todo el trayecto y que tiñe de esa luz especial cada una de las instantáneas del viaje que las dota de mayor belleza.


Ouarzazate es una ciudad tranquila, con un poso cinematográfico que han dejado las famosas películas que se han rodado en los estudios Atlas y dominada por la Kasbah Taourirt, su silueta se alza en un extremo de la ciudad, una bella panorámica que ofrecen sus casas de adobe. Se puede visitar su interior, un interesante recorrido por un laberinto de estancias austeras que contrastan con la belleza de la habitación de la favorita  y el comedor, decorados ambos con estuco y techos en madera de cedro pintado.

Kasba Taourirt
Kasba Taourirt
estudios atlas ouarzazate



A poco más de 20 kilómetros se encuentra el Ksar Ait Ben Haddou, una parada obligatoria camino del desierto que provoca la masificación de visitantes y hace díficil encontrar un momento de paz y tranquilidad que sugiere el trazado de sus calles que invitan a perderse por sus callejuelas, flanqueadas por tiendas de artesanía y souvenirs que tiñen de color las paredes ocres de sus casas. Es probable que alguno de sus escasos habitantes te invite a visitar su casa, casas modestas, con un horno tradicional donde elaboran su pan, pero lo más interesante es poder asomarse a su terraza para contemplar la panorámica del Ksar, declarado Patrimonio de la Humanidad y escenario de famosas películas como Gladiator, dos atractivos que se suman para aumentar su belleza.

Ksar Ait Ben Haddou
ksar Ait Ben Haddou



La ruta continúa hasta Skoura, un oasis dominado por palmerales que alterna con el cultivo del olivo, dátiles y aceitunas negras, dos de las señas de identidad de esta pequeña población, que aconseja pasear por su oasis, a la sombra de palmeras y olivos, mientras contemplas las escenas cotidianas de los lugareños, recogiendo dátiles o aceitunas, para después llevar la aceituna que recolectan a la presa del pueblo para elaborar el aceite, impregnando el ambiente de su característico olor. Entre los palmerales emergen las Kasbahs y una de las más importantes es la de Ameridil, del siglo XVII, flanqueada de varias torres almenadas, su interior no defrauda, sencillamente amueblada y bien ambientada, las terrazas de sus torreones ofrecen una bella panorámica de los palmerales que rodean Skoura.

palmeral skoura
Ameridil skoura
Ameridil skoura



Al día siguiente camino de la Garganta del Todra, nos desviamos en Boumalne hacia el Valle del Dades, una carretera serpenteante que trepa hasta el puerto de Mkern, la panorámica que ofrece el Valle es espectacular, invita a detenerse a cada paso, kasbahs que cuelgan de las paredes rocosas, alguna de ellas en ruinas, pero sin restarle encanto a la imagen, o formas caprichosas que se dibujan en las rocas provocadas por la erosión, las más conocidas "Los dedos de mono", pero hay que regresar a Boumalne para continuar el camino hasta Tinehir.

valle dades dedos de mono



Una carretera zigzagueante, salpicada de oasis y kasbahs nos llevaría hasta nuestro alojamiento, enclavado en una ubicación privilegiada, a los pies de la Garganta del Todra que visitaríamos al día siguiente. Un corto paseo por el oasis nos conduce hasta la Garganta, un cañón de paredes verticales que ascienden vertiginosamente hasta donde alcanza la vista, algo más de 300 metros de altura y que abre paso al río que discurre tranquilamente a su sombra, un lugar bello en el que hay que buscar un momento de soledad para imbuirse, mirar hacia arriba y escuchar el sonido del agua, uno de los momentos especiales del viaje.

tinehir
Garganta del Todra
Garganta del Todra



La ruta sigue y esta vez nos llevará hasta el desierto, nos alojamos en Hassi Labied, un pueblo formado por familias bereberes que eligieron este lugar para asentarse, a los pies de Erg Chebbi, su ubicación excepcional es su principal atractivo, las dunas del desierto están tan cerca que parece poder tocarlas. Al atardecer es el momento ideal para ir hacia las dunas, la panorámica que ofrece el paisaje dunar  enmarcado  en un cielo azul intenso, es imborrable, el paso siguiente es caminar por las dunas, subirse a una de ellas y hacerla tuya por unos instantes, es el momento mágico del viaje, divisar ese mar de dunas, inabarcable, inmenso, crea ese momento único e indescriptible entre el desierto y tú, en el que la luz del atardecer va tiñendo de tonalidades anaranjadas las dunas y que quieres que nunca termine, pero cuando cae la noche es hora de regresar. Cada experiencia en el desierto es diferente y aunque ya conocíamos los desiertos de Tunez, el Gran Erg oriental, Omán o Wadi Rum en Jordania, cada atardecer o amanecer es único, la luz, las dunas, las tonalidades cambian.


erg chebbi
erg chebbi





El domingo es día de mercado en Rissani, situado a poco más de 30 kilómetros del desierto y hasta allí nos fuimos para visitar el animado mercado tradicional de ganado, un espacio cubierto acoge a decenas de ovejas y cabras, el penetrante olor inicial y el balido de las ovejas es su carta de presentación, en su interior se concentran los propietarios del ganado y los futuros compradores que examinan los animales antes de elegir, un ritual que deja numerosas instantáneas en las que el tiempo parece haberse detenido y nos evoca las imágenes del Mercado de Nizwa. En otro espacio se celebra el mercado de vacas, menos concurrido que el anterior. Muy cerca se encuentra el aparcamiento de burros, un espacio donde dejar uno de los medios de transporte habitual de los lugareños que acuden al mercado, otra de la curiosidades que nos dejaría este día. Al aire libre se concentran puestos de textiles y algunos puestos de frutas y verduras, pero hay que entrar en el pabellón cubierto, donde se concentran los puestos de carne, pescado, especies, frutos secos, frutas y verduras. En las calle aledañas, se extienden los puestos del mercado, los más curiosos, los puestos de gallinas y pavos.

mercado Rissani
Rissani mercado
Rissani mercado



A las afueras de Rissani, visitamos el Mausoleo de Mulay Ali Cherif, reservado a los musulmanes, se puede visitar el patio de entrada, la Mezquita y las bellas puertas que conducen al Mausoleo, ricamente decoradas y llenas de simbología. Justo detrás se encuentra el Ksar Abben, en mal estado de conservación, pero la puerta de entrada flanqueada por dos torres almenadas, alberga restos de su belleza originaria.

Mausoleo de Mulay Ali Cherif
Mausoleo de Mulay Ali Cherif
 Ksar Abben



Nos despedimos del desierto, contemplando el atardecer desde una terraza, mientras saboreábamos un té a la menta.

erg chebbi
te a la menta



De regreso a Ouarzazate, el viaje no dejó de sorprendernos con bellas imágenes que quedarán grabadas en nuestra memoria. Camellos pastando libremente por la Hamada, el desierto pedregoso o panorámicas espectaculares como las que nos ofrecían las vistas de N´Kob desde una terraza, en una parada en el camino. Más adelante nos detendríamos en Agdez, la principal ciudad del Valle del Draa, por el que pasaríamos de puntillas, porque el tiempo no nos daba para más.

camellos hamada
N´Kob



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